En realidad no debería llamarse viagra femenina.
La viagra actúa directamente sobre los genitales masculinos: incrementa el riego sanguíneo y facilita la erección del pene. El flibanserin actúa exclusivamente sobre el cerebro femenino: aumenta la dopamina y norepinefrina y reduce la serotonina, logrando una modesta recuperación del deseo sexual en algunas mujeres con pérdida de libido.
La controvertida historia del flibanserin
Los investigadores saben que en el deseo sexual femenino influyen factores psicológicos y socioculturales, pero también físicos: cuando manipulan ciertos niveles hormonales en ratas de laboratorio, estas tienen claramente muchas más ganas de aparearse, y nada les hace pensar que este efecto no subyazca al evolutivamente tan preservado mecanismo de la respuesta sexual humana.
Por otro lado, cuando a finales de los 90 las encuestas de salud sexual empezaron a reflejar que un porcentaje altísimo de mujeres sentía tener problemas por falta de deseo, acuñaron el término Hipoactive Sexual Desire Disorder, y sintieron que si la medicina se preocupaba tanto por la función sexual masculina, también debía hacerlo por la femenina.
Así empezó la búsqueda de un tratamiento farmacológico para la falta de libido, que condujo al flibanserin, presentado por primera vez a la FDA en 2010 por la compañía Boehringuer. La FDA no lo aprobó por falta de estudios concluyentes sobre eficacia y seguridad, y Boehringuer vendió la patente a Sprout, una empresa basada en North Carolina creada específicamente para realizar más estudios con el flibanserin, e intentar comercializarlo como el primer medicamento diseñado para aumentar el deseo sexual femenino.
Sprout realizó más ensayos clínicos y lo presentó de nuevo a la FDA en 2013. Pero volvió a ser rechazado, en una decisión que algunos interpretaron como miedo al impacto social que pudiera conllevar.
Desde 2013 hasta ahora se han hecho nuevos estudios para demostrar que el efecto es significativo, y que los efectos secundarios no son graves. Pero también ha habido campañas intentando presionar por su aprobación, citando que hay 26 fármacos disponibles para la función sexual masculina, y ninguno para la femenina.
Quizás por todos estos factores, el pasado 4 de junio un panel asesor de la FDA recomendó por 18 votos a favor y 6 en contra, aprobar el fármaco flibanserin. Se prevé que la FDA tome su decisión definitiva el próximo agosto. Todo indica que seguirá las recomendaciones del panel asesor. Si esto ocurre, con dos años de retraso según lo pronosticado en S=EX2, se hablará mucho de la “viagra femenina”.
Controversias: ¿funciona realmente?
Según los estudios realizados, el efecto no es alto, pero sí significativamente superior al placebo. En concreto, las mujeres que tomaron flibanserin pasaron –de media- de 2.5 eventos sexuales satisfactorios al mes a 5.0, por 3.5 quienes tomaron placebo. Los propios responsables de Sprout reconocen que en un porcentaje considerable de mujeres no tiene efecto alguno, pero argumentan que para quienes sí logra aumentar el deseo, algo es mejor que nada.
La polémica está más centrada en los efectos secundarios, que pueden incluir mareos y fatiga, e incrementarse si se consume alcohol. La seguridad podría ser el argumento de la FDA para no aprobar el fármaco. Es importante señalar que a diferencia de la viagra que se toma de manera puntual antes de una relación sexual, el flibanserin debe consumirse a diario.
¿Exceso de medicalización?
Especialmente desde fuera de EEUU, el caso se percibe como un ejemplo de casi absurda medicalización excesiva, y se acusa de mostrar como patología algo que no necesariamente lo es. Por un lado está claro que en la falta de deseo intervienen problemas de pareja, rutinas, estrés, vida familiar… y que ciertos cambios de hábitos y terapias de pareja pueden solventar el problema sin necesidad de pastillas. Quienes defienden el fármaco argumentan que muchas mujeres están perfectas a nivel psicosocial, pero sufren igualmente falta de deseo a pesar de haber probado terapia psicológica, y el flibanserin les podría ayudar.
Otra fuerte crítica es contemplar la falta de deseo como una disfunción, cuando puede ser algo normal en la vida. De hecho en las estadísticas un 43% de mujeres dicen tener falta de libido, pero sólo un 17% lo perciben como un inconveniente. El consenso es que la low libido solo se debe considerar un problema cuando la mujer lo experimenta como tal. Si ella y su pareja están la mar de felices con menos deseo sexual que años atrás, no debe sentir que tiene un desorden, y mucho menos medicarse
Feminismo a favor y en contra
Ha habido reacciones feministas hacia ambos lados. Un grupo critica al flibanserin con el argumento de que pretende sexualizar a la mujer para satisfacer a sus parejas, e imponer unos estándares de actividad sexual artificiosos. Otro lo defiende diciendo que ya está bien de centrarse tanto en los problemas sexuales masculinos, y que la mujer debe tener igual acceso a herramientas médicas para mejorar su sexualidad si es lo que desea.
El debate es incómodo, y merece más atención de la que se le está dando.

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