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MADRE DEL PNB ASESINADO EN EL LLANITO dijo que era el único varón que le quedaba vivo

Ana González asegura, en medio del dolor, que la muerte de su hijo no quedará impune. Ha sido tocada por la violencia cinco veces. Solo le quedan las cuatro hembras, de los nueve hijos que procreó. 
La humilde mujer ha sido golpeada cinco veces por la violencia desbordada en Venezuela
ESPECIAL.  “En este país matan a los policías y nadie hace nada, matan a la gente y nadie hace nada, nunca había visto una situación tan grave”, decía Ana González dominada por el llanto y la impotencia. 

Su hijo, el único varón que le quedaba de cinco que parió, fue asesinado a las seis y media de la mañana de ayer, en la avenida Tamanaco de El Llanito, en Petare. 

El cadáver del funcionario quedó tirado en una parada de busetas.
Era oficial de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) desde hacía cinco años, y estaba destacado en Servicios Diplomáticos. Se llamaba Daniel Armando Méndez González, y tenía 32 años. 

Lo mataron porque no se dejó robar la moto que conducía, una Empire Owen negra. Recibió un disparo en la cabeza y cayó en una parada de transporte público. Al final no le quitaron nada. 

Ana ha sido tocada cinco veces por la violencia. A sus cinco hijos varones los mataron: Bartolo tenía 35 años cuando lo asesinaron para robarlo, José tenía 37 años cuando recibió varios impactos de bala por estar al lado de un sujeto al que llegaron a matar, Joel José había cumplido 35 años cuando fue atacado a tiros para despojarlo de su moto, y Alexander, de apenas 15 años, murió jugando la ruleta rusa. 

Todas estas muertes ocurrieron en los últimos cinco años, en distintos sectores de Petare. 

“Tengo un poco de fortaleza porque a todos los que han matado a mis hijos, ya no están, también los mataron. Pero esto es un dolor muy grande. Solo me quedan las cuatro hembras”, dijo llorando. 

De todos sus hijos varones, el único que quiso ser policía fue Daniel y, aunque le insistía para que dejara ese oficio por el nivel de peligrosidad actual, el hombre se negaba hasta “no tener una casa propia para dejarle a su esposa e hija”. 

Incluso, refirió la mujer, siempre dijo que no se dejaría robar por ningún delincuente. 

“Nos dijo que prefería morir antes de ser robado en la calle. Era un hombre bueno y responsable con su hogar. Le pido a Dios que castiguen a quienes me lo mataron, esto no puede seguir pasando”, dijo la madre del oficial. 

El hecho 

El oficial salió de su casa, ubicada en el sector Valle Alto, en compañía de su esposa e hija de 3 años. Las dejó en casa de sus suegros en el barrio El Nazareno y después se iba a recibir guardia laboral. 

En el camino, justo en la avenida Tamanaco, fue interceptado por sujetos armados que intentaron quitarle la moto. El funcionario se opuso, forcejeó para evitar el asalto y le dispararon.

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