![]() |
Foto: Reuters |
ESPECIAL/informedigital24. Irán
y las grandes potencias concluyeron el martes un acuerdo que prácticamente
imposibilita a Teherán la construcción de una bomba atómica durante varios
años, a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales que ahogaban
su economía.
El
presidente estadounidense Barack Obama se congratuló por el acuerdo que da la
“posibilidad de ir en una nueva dirección”. Londres,
Teherán y Bruselas también celebraron un acuerdo “histórico”, mientras que
Moscú aseguró que el mundo había lanzado “un gran suspiro de alivio”.
París
esperó que con este compromiso, “ciertas crisis en las que Irán está implicado
directa o indirectamente puedan resolverse más fácilmente”. Por
el contrario, Israel denunció de inmediato un “error histórico” que permitirá a
Irán financiar “su máquina de terror”.
Es
la primera vez que un acuerdo a tan alto nivel se produce entre la República
Islámica y Estados Unidos desde la ruptura de sus relaciones diplomáticas en
1980. Este
desenlace supone un gran éxito para el presidente moderado iraní Hasan Rohani,
quien celebró que Dios hiciera “realidad las plegarias” de sus ciudadanos, y
también para Barack Obama.
Dos
semanas después del anuncio de la reapertura de la embajada de Estados Unidos
en Cuba, el presidente norteamericano se apunta un nuevo tanto diplomático al
final de su segundo y último mandato.
Pero
cuidado, advirtió Obama en una intervención retransmitida en directo también
por la televisión iraní: el acuerdo está fundado en comprobaciones, “no en la
confianza”.
-
Un año para construir la bomba-
El
acuerdo fue alcanzado tras una maratón de negociaciones iniciada en septiembre
de 2013 y cuya última ronda se extendió a lo largo los 18 últimos días, un
final de una duración sin precedentes desde los acuerdos de Dayton que pusieron
fin a la guerra de Bosnia-Herzegovina en 1995.
Las
discusiones entre Irán y el grupo 5+1 (los países miembros del Consejo de
Seguridad de la ONU -Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido- y
Alemania) fueron prolongadas en varias ocasiones por las divergencias
solventadas in extremis.
El
pacto final da contenido real a los grandes principios acordados en Lausana en
abril: Teherán se compromete a reducir su capacidad nuclear (disminuirá dos
tercios las centrifugadoras de uranio en 10 años, sus reservas de uranio
enriquecido…) durante varios años y a permitir que los inspectores de la
Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) realicen inspecciones en
profundidad de sus instalaciones.
El
objetivo es hacer casi imposible que Irán pueda fabricar la bomba atómica,
permitiendo al mismo tiempo a Teherán, que niega haberlo intentado en ningún
momento, su derecho a desarrollar una industria nuclear civil.
El
texto, que autoriza a la República Islámica a continuar con su programa nuclear
civil, permitirá normalizar las relaciones de Irán con el mundo.
Una
vez las instalaciones iraníes sean reducidas según los términos del acuerdo,
hará falta un año para que Teherán vuelva a tener capacidad para fabricar la
bomba atómica, frente a los tres meses actuales, explicó el secretario de
Estado norteamericano John Kerry.
A
cambio, las sanciones internacionales adoptadas desde 2006 por Estados Unidos,
la Unión Europea y la ONU, serán levantadas progresivamente a partir de 2016 si
la República Islámica cumple con sus compromisos. En caso de violación del acuerdo,
podrán ser establecidas, y esa reversibilidad durará 15 años. El embargo de
armas continuará durante los próximos cinco años.
-
Contra el voto ‘irresponsable’ -
Los
inversionistas se dicen dispuestos a regresar a este país de 77 millones de
habitantes, que dispone de las cuartas reservas de petróleo en el mundo y la
segundas de gas. Irán, un país de la OPEP podrá exportar de nuevo su crudo.
La
adopción por parte del Consejo de Seguridad de la ONU de una resolución que
valide el acuerdo llegará en los próximos días, según París.
Los
iraníes, que eligieron a Hasan Rohani en 2013 bajo la promesa de acabar con las
sanciones, esperaban el acuerdo con impaciencia, pese a la hostilidad
manifiesta de los partidarios de la línea dura, tanto en Irán como en Estados
Unidos.
En
Washington, el acuerdo debe aún ser sometido al Congreso, de mayoría
republicana y muy escéptica sobre las intenciones de Teherán. Obama advirtió a
los congresistas contra un voto “irresponsable”.
Pasadas
las dificultades de su aprobación, llegarán las de la aplicación, que será en
sí mismo “un proceso muy complicado”, según el profesor Siavush Randjbar-Daemi
de la Universidad de Manchester. “Es ahí donde las cosas podrían torcerse”.
Más
optimista se mostró la AIEA, cuyo director general, Yukiya Amano, expresó su
“confianza” en la capacidad de su agencia para supervisar la aplicación de los
términos del acuerdo.
por
Philippe SCHWAB / Charlotte PLANTIVE / Siavosh GHAZI/AFP
Publicar un comentario