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NO TENGO NADA, Y LO TENGO TODO


POR: CHARLY DOUMAT...

Hace algunos meses, fortuitamente fue agregada a un grupo de Whatsapp creado por todas las compañeras con las que me gradué de la secundaria hace más de 15 años atrás. Fue una grata sorpresa en muchos aspectos pues para ser sincera tenía muchísimos años sin saber de la mayoría de ellas, fue dulce, fue agrio, fue amargo, fue emocionante y luego fue sencillamente aburrido. Les di un reporte de mis logros, mi paradero, mi nivel de envejecimiento a través de la foto más decente que tenía a mano, guarde sus números, les envié mis más sinceros buenos deseos, evite a algunas personas no gratas, sonreí virtual y realmente y abandoné el grupo.

Aquella experiencia me dejo echando números, cálculos, análisis y cuentas… Tengo 33 años y no he terminado ninguna carrera, y no me avergüenza, si a usted le da pena que yo no tenga un título colgado en la pared de mi casa, de verdad me importa muy poco. Tengo 33 años y no tengo un hijo, y con la historia ginecológica familiar tal vez la menopausia esté a un par de años de alcanzarme. Si a usted le mortifica que yo no haya esparcido mi semilla por el mundo, mortifíquese solo, porque a mí no me quita el sueño. Tengo 33 años y no tengo una casa, ni un apartamento, ni un terreno, ni un rancho en la Charneca. Si a usted le angustia mi falta de piso, llore solo, porque yo estoy feliz con mi existencia. Tengo 33 años y no estoy casada, vivo en libre concubinato con un hombre estupendo, pero no tengo garantías legales de ningún tipo, y por el momento eso satisface todas mis inquietudes emocionales. Si a usted le provoca congojo que yo viva con alguien sin estar casada, auto flagélese solo, porque yo me siento plena tal y como estoy viviendo. Tengo 33 años y no tengo vehículo, tomo taxis, manejo el carro de mi marido y me doy el lujo de que me abran la puerta cada vez que abordo un auto, andar a pie no me da pena, ni me amarga, ni me hace menos, si mi falta de ruedas le da escozor, recuerde que usted tiene ruedas en su auto, pero yo tengo alas en el alma. Reconozco que tal vez estas líneas le resulten arrogantes y un poco petulantes, pero considérelo un servicio público que busca darle un poco de paz y tiempo libre para que se ocupe de sus propios asuntos.

Una vez una amiga a quien ame mucho y a quien aún extraño entrañablemente asumió la tarea de desmoronar mi espíritu en el peor momento de mi vida, de más está decir que ya no somos amigas y que estoy súper feliz y complacida de que así sea. Esta persona me recordaba mis fracasos a diario, mis faltas, mis soledades, mis estancamientos y mis miserias. “No tienes una familia, yo sí… No tienes una casa yo sí… No tienes una carrera, yo sí…” A lo que yo respondí “Tienes una familia porque tienes un hijo que no planificaste, un marido que te hace llorar más que hacerte feliz, tienes una casa no un hogar, porque cuando entras a tu casa, no eres feliz, y tu carrera es algo que se puede adquirir mil veces en la vida y que en los tiempos que vivimos no garantiza absolutamente nada. Tu crecimiento económico es algo que admiro de ti y me contenta, pero tu miseria espiritual me enferma. Adiós. Que Dios te bendiga”. Más nunca supe de ella, ni quiero saber. Cada quien que cuente sus castañas porque el invierno de la vida es largo.

Ya saben todo lo que no tengo, ahora les diré todo lo que puedo recordar que tengo, sin orden de importancia, alfabético o especial, bueno y malo, digno y nefasto, todo lo que tengo que amo y todo lo que tengo que odio:

Tengo recuerdos de una niñez turbulenta, rociada con recuerdos de un padre infiel, alcohólico, amante de las canciones de Julio Iglesias (que detesto). Tengo recuerdos de una madre sumisa y entregada que siempre fue mujer antes que ser madre y que sin embargo fue una madre excelente. Una madre que dejó que mi padre consumiera su juventud y su lozanía a cambio de NADA.

Tengo recuerdos de una infancia salpicada del abuso sexual al que fui sometida por meses por parte de un hermano de mi padre, cosa que callé por décadas y que aún me ensombrece los días.

Tengo el recuerdo de Helena, quien me cuidaba con cariño y me peinaba en las tardes y me dejaba jugar con sus muñecas mientras me llamaba hermosa y preciosa.

Tengo en alguna gaveta el primer vestido que me pusieron cuando nací pesando solo 1.8Kg. Tengo un puñado de fotos donde no puedo reconocerme pero me veo sonriente mientras sostengo globos de hule o muñecas de trapo que vieron mejores días. Tengo el recuerdo de mi primer viaje a Europa cuando tenía 10 años y los dulces duraznos en mi boca, las carreras a todo dar calle abajo para comprar dulces en la tiendita de la esquina, en un pueblo bendito del oeste europeo donde pase las más benévolas vacaciones de mi vida. Tengo el gracioso recuerdo de cuando descubrí que me había nacido el primer pelo en el pubis y llamé a mi prima María Teresa a todo pulmón con lágrimas en los ojos porque me sentía vieja.

Tengo cicatrices en las rodillas de mis aventuras infantiles, dos operaciones en la ingle, una cicatriz en la mejilla izquierda que me la hizo un perro, tengo dos implantes mamarios, trece fracturas en mi haber. Un centenar de odiosas canas que me reúso a teñir, cejas delgadas y largas, dientes apiñados. Tengo un rostro asimétrico y un rosario de lunares que se extienden desde debajo de mi oreja derecha hasta la quijada.
Tengo poquísimos amigos, pero son suficientes. Tengo un reloj que me costó tres meses de trabajo e irónicamente nunca pude usar a mis anchas mientras vivía en mi tierra. Tengo dos ex parejas, un cavernícola incapaz de dialogar sin antes dar una cachetada y otro tan inútil al que tenía que pagarle hasta el Clotrimazol en spray para el pie de atleta o los hisopos con los que se limpiaba los oídos. Tengo recuerdos de amantes sublimes que aliviaron los vacíos en el pecho que la infancia me dejó.

Tengo una rodilla débil que me deja botada después de caminar un par de horas. Tengo problemas de amnesia y un cerebro morfológicamente similar al de un anciano de setenta años, tomo medicamento para el Alzheimer, epilepsia y depresión. Tengo el recuerdo de todos los angelitos con colita que la vida me dio el placer de tener, Kassandra, Caramelo, Rekzy, Boo, Rita, Luna y mi amado Marley.

Tengo una foto de mi papa a los dos años, que me genera toda la ternura del mundo. Era un niño rechoncho con bucles rubios en la cabeza. Tengo ahijados que amo, Julito, Steven y Victoria Michelle. Y otros a quien no adoro pero respeto y les deseo mucha luz y crecimiento. Lo siento no soy hipócrita con mis afectos.

Tengo una hermana loca de atar, “frita en sartén” como ella misma dice, pero a la que no quisiera cambiar por nada del mundo. Es perfecta, es mi hermana, el único regalo valioso que mi padre alguna vez me dio. Tengo 81 sellos repartidos en los 3 pasaportes que he tenido en toda mi vida. Tengo dos nacionalidades. Tengo la libertad de moverme sin grilletes que me aten. Tengo el alma en reposo, lista para afrontar torbellinos sin sentirme desdichada.

Tengo un lunar junto a la boca que ha roto un par de corazones. Tengo pies planos que en mi infancia fueron todo un martirio. Tengo una colección de estampillas que atesoro con recelo.

Tengo el recuerdo más triste de mi vida cuando me despedí de mi abuelito en la cama de un hospital. Tengo el recuerdo más doloroso cuando en una ambulancia volví en sí y sentí como si mil enanitos me martillaban la cabeza y todo lo que quería hacer, era morirme. Tengo el recuerdo más decepcionante de mi papá echándome de mi casa a menos de un mes de un accidente que me dejo amnésica, lisiada en una silla de ruedas, para darle asilo en la casa que era de mí madre a la querida que tenía y que estaba embarazada de su hermano pedófilo. Tengo el recuerdo de haber deseado caminar de nuevo solo para poder suicidarme sin dar cabida a errores.

Tengo una debilidad profunda por el Jazz, el Blues, el R&B y los Standards. Tengo fluidez para hablar, escribir y leer dos idiomas sin pedir que nadie me corrija. Tengo la capacidad para dar sin esperar nada a cambio. Tengo la capacidad para alejarme a mil por hora de donde no soy bienvenida, por eso me fui de mi casa, de mi pueblo y hasta de mi país. Tengo vocación de servicio. Tengo agallas para pedir perdón y voluntad para perdonar.

Tengo dos tatuajes. Tengo 27 piezas dentales. Tengo más de ropa de la que necesito pero amo tenerla y no me siento culpable por eso. Tengo el orgullo de poder decir que después de haber fumado por 14 años fui capaz de dejar el hábito y tengo dos meses sin tocarlo, desearlo o extrañarlo. Tengo un ombligo cómico. Tengo historias que contar. Tengo chile en las venas y fuego en la entrepierna, soy una amante desinhibida y entregada a mi hombre con todo el furor de mis entrañas. Amo amar y me alimento del placer y no tengo vergüenza de decirlo y ejercerlo a puerta cerrada en la comodidad de mí hogar.

Tengo un hogar aunque no tenga una casa, porque vivo en el paraíso, y después de vivir como una gitana por años, por fin encontré mi nido, y al hombre más prístino a quien abrazar por las noches. Tengo amor para dar y sonrisas para repartir. Tengo amor propio y humildad para decir “fallé”. Tengo fe en aquello que no puedo ver pero que irrefutablemente sé que existe, Dios.

Tengo gusto por el buen vino, los viajes en primera clase, los zapatos caros, los libros oscuros, los búhos blancos, las flores amarillas, los ojos azules de mi marido, los platos exóticos, las palabras grandilocuentes, los elefantes, los datos históricos, los abrazos tibios de mi sublime mamá, los hoteles cinco estrellas, el cielo estrellado, la luna llena, la poesía de Buesa, los crayones de colores…

Tengo recetas mágicas para hacer hashbrowns, café helado y arroz sueltecito y perfecto, y no se las pienso dar a nadie. Tengo un trabajo bendito que me salvó de la locura hace un par de años.

Tengo una tía a la que amo con cada fibra de mi corazón, mi titi mágica. Tengo amistades que no veo desde hace más de diez años que significan más para mí que aquellas que esgrimen el escudo de “amigo” y en realidad pasan por mi vida sin pena ni gloria. Tengo una tía paterna a la que realmente le deseo que le pase un tsunami por encima y se le coma la mar, por humillar a mi mamá, por solapar al pedófilo que abuso de mí y de una prima a la que adoro con todo mi corazón. Tengo una abuela que reza más que el papa, pero se gasta todas las horas del día que está despierta clavándole el aguijón de la amargura a todos aquellos que la rodean.Y tengo otra que realmente es un error de Dios.

Tengo mis cuitas con la iglesia, con las instituciones y con la hipocresía. Tengo el vicio de la lectura y la escritura. Tengo el hábito de cuestionarlo todo, y de buscar la manera de echar todas las teorías dadas por tierra. Tengo una cuenta bancaria casi en cero, pero no tengo deudas y tengo tranquilidad. Tengo demonios, con los que lucho todos los días.

Tengo más de 400 libros que deje abandonados en algún lugar del planeta, pero son míos, porque los leí, y en sus páginas reposa mi ADN, mi esencia, mi humor y un pedacito de mi alma. Tengo un par de aretes de diamantes que me compre a plazos en los años en que trabajaba en el distrito del diamante en Nueva York. Tengo la virtud de regalarle a la gente aquello que tanto admiran y buscan y alaban y desean, pero en el fondo les molesta recibir, LA VERDAD.

Tengo pocos deseos de ser perfecta, tengo más bien deseos de ser real. No vine con un manual de cómo vivir, al fin y al cabo todos estamos improvisando y acompañándonos unos a otros de regreso a casa. Tengo tristezas y sueños, alegrías y pesadillas. Tengo miedos pero tengo coraje. No tengo miedo al rechazo, ni a la crítica, ni que me miren como gallina que mira sal, a todo eso me río, con gozo y agradecimiento, porque si no le gusto a todo el mundo quiere decir que estoy haciendo las cosas bien. Estoy siendo yo misma.

Todas mis pertenencias materiales entran en un depósito de ocho metros cúbicos, y ¿Saben algo?, me importa un bledo. Porque cuando me muera no se ni con que ropa me van a enterrar, ni siquiera sé si me van a enterrar. Y yo vine a este mundo a ser feliz, no a acumular riquezas que me aten, ni maridos que me maltraten, ni amistades que me humillen, ni títulos que me esclavicen, ni ideales que me mutilen el alma…

POR FAVOR, VIVE POR TI Y PARA TI, ENCUENTRA SENTIDO A LO QUE HACES, SATISFACE TUS INQUIETUDES Y DESEOS, NO LAS EXPECTATIVAS QUE LA SOCIEDAD HA IMPUESTO SOBRE TI. NO ME SEÑALES, NI ME ETIQUETES PORQUE YO NO ENTRO EN NINGÚN CATALOGO. NO ENCAJO Y NO QUIERO ENCAJAR. CRITICARME ES PERDER TU TIEMPO, TU ESENCIA Y TU ENERGÍA. TU OPINIÓN DE MI ES TOTALMENTE IRRELEVANTE PARA MI.

SI QUIERES SER FELIZ, ABANDONA TUS PERJUICIOS Y SÉ FELIZ.
QUE EL CIELO TE BENDIGA. NAMASTE. Charly Doumat. Panamá 10 de Mayo de 2015.


Página oficial de facebook, Charly Doumat "Piscolabis para el Alma"  https://www.facebook.com/piscolabis.para.el.almo?ref=aymt_homepage_panel

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