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Foto: ABC.es |
LAURA
DANIELE/MADRID/ABC.es. Uno de los médicos que atiende a la enferma de ébola
Teresa Romero, Germán Ramírez, del servicio de medicina interna del hospital
Carlos III de Madrid, ha asegurado esta mañana que la propia paciente ha
reconocido «la posibilidad de que hubiera podido tener contacto del guante que
tenía en la mano con la cara». Confirma así lo apuntado este miércoles por ABC
sobre la causa del contagio.
Teresa con su perro Excálibur en su casa de Alcorcón |
«En
todo momento hay personas que supervisan la puesta y quita del traje», ha
asegurado Ramírez, si bien la subdirectora médico del hospital, Yolanda
Fuentes, añadió que este tipo de maniobras como tocarse la cara con el guante o
las manos pueden pasar inadvertidas, aunque haya supervisores.
Germán
Ramírez ha estado repasando con la paciente la secuencia de los hechos para
averiguar dónde ha podido estar el origen de la infección y entre ambos han
llegado a establecer esa posibilidad, ha explicado el facultativo.
ABC
había adelantado este miércoles que la enferma contagiada por ébola después de
haber tratado al religioso español Manuel García Viejo, pudo haberse contagiado
por un fallo en el momento de quitarse el EPI (equipo de protección
individual), a pesar de que la técnico auxiliar de enfermería no notificó
ningún tipo de accidente: ni rotura de guantes, ni de mascarillas, etc.
Además
de las precauciones que es necesario tomar en el momento de quitarse el traje,
el protocolo marca que debe haber una persona observando a través de una
esclusa de cristal al sanitario que salió de la habitación del paciente con
ébola.
«Independientemente
de que hubiera alguien observándola, se hubiera contagiado de todas formas»,
aseguraban las fuentes consultadas por ABC.
Dos veces en la habitación de García Viejo
En
la rueda de prensa urgente conovocada el martes, Antonio Alemany, director
general de Atención Primaria de la Comunidad de Madrid, indicó que la enfermera
entró dos veces a la habitación donde estaba ingresado el religioso español,
Manuel García Viejo, una para controlarlo y una segunda vez, cuando ya había
fallecido.
En
cualquier caso, las medidas tomadas posteriormente tampoco fueron acertadas,
aun siguiendo un protocolo, para muchos, cuestionable. Teresa estaba de
vacaciones cuando empezó a tener síntomas: fiebre y astenia.
Llamó
a Seguridad Laboral, que a su vez se puso en contacto con Sanidad Pública que
decidió finalmente que la paciente debía ser examinada en su casa. Llegó el
Summa y finalmente la trasladaron al hospital de zona, en este caso, Alcorcón y
no al Carlos III adonde llegan solo casos confirmados o sintomáticos graves.
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