Ewald
Scharfenberg /Caracas / El País de España
Maduro,
quien asumió “responsabilidad personalísima” por la fronda que incorpora al
organigrama estatal, no cree que se trate de un fardo burocrático que vaya a
pesar sobre la toma oportuna de decisiones en su todavía joven gobierno de
nueve meses. Por el contrario, asegura que se trata de una medida necesaria
para dinamizar la gestión ante tareas pendientes e impostergables.
Precisamente,
las burlas que esa medida suscitó en las redes sociales ilustraron una de las
urgencias que el presidente venezolano busca atender con la multiplicación de
los cargos: controlar esas redes.
Las
redes sociales, con Twitter a la cabeza, se han convertido en la última
frontera de la libertad de expresión en Venezuela. La autodenominada revolución
bolivariana ya se ha valido de distintas palancas para someter a los medios
radioeléctricos ante sus dictados, así como para mantener acorralados a los
medios impresos. Sin embargo, no las tiene todas consigo para domesticar a las
redes, de escasa capacidad de movilización hasta ahora, pero fuente de bulos y
opiniones que a menudo irritan a los funcionarios gubernamentales.
De
allí que la designación más llamativa de la jornada fuera la de José Miguel
España como nuevo viceministro de Redes Sociales, bajo el paraguas del
ministerio de Comunicación e Información (Minci). Con su nombre orwelliano, se
supone que tiene por misión la de supervisar las tendencias en las redes y
promover contenidos favorables al oficialismo, con el impulso de etiquetas o
hashtags. En uno de sus primeros trinos, el propio funcionario prefirió
describir su cometido de otra manera: “Hacer de las redes un espacio de paz e
inclusión”.
Es
poco lo que se sabe de España. Trascendió que es ingeniero de profesión y que
estuvo a la cabeza de una dependencia de la Alcaldía del Municipio Libertador (centro-oeste
de Caracas), a cargo del ex vicepresidente chavista Jorge Rodríguez. Para
acentuar todavía más las incógnitas de su perfil, la cuenta de twitter desde la
que empezó a emitir declaraciones, @JoseMEspa, fue abierta apenas un par de
horas antes de la juramentación del funcionario y ya a finales de la noche de
este martes había dejado de funcionar. La cuenta había sido divulgada, a su
vez, desde el usuario oficial de la Vicepresidencia del Área Social,
@vice-social.
Mientras
se determinaba si el accidentado debú del nuevo viceministerio obedecía a una
travesura de un impostor en las redes o a un bloqueo deliberado, otros
nombramientos del día ofrecieron también material para ironizar. Entre ellos,
el de Carolina Cestari como nueva viceministra para la Suprema Felicidad
Social. El despacho fue creado en octubre pasado –“en honor a Bolívar y a
Chávez”- por el presidente Maduro para coordinar los programas de asistencia
social del gobierno, conocidos como “Misiones”. Entonces puso al frente del
ente al ex diputado oficialista Rafael Ríos.
Cestari
se desempeñó por mucho tiempo como asistente personal de la actual primera
dama, Cilia Flores, cuando esta se desempeñó como presidenta de la Asamblea
Nacional, de 2006 a 2011. La nueva viceministro antes fue productora del
espacio La Hojilla de Venezolana de Televisión, el principal canal del Estado.
La Hojilla fue por mucho tiempo el programa predilecto del fallecido Hugo
Chávez. El espacio, controvertido por su lenguaje soez y el manejo impúdico de
información obtenida subrepticiamente por cuerpos de inteligencia, salió del
aire en mayo de 2013, poco después de que diputados de oposición difundieran
una grabación de una conversación telefónica en la que el conductor del programa,
Mario Silva, hacía a su interlocutor cubano –presumiblemente, el oficial de
inteligencia Aramis Palacios- un reporte de las intrigas internas en el
gobierno de Nicolás Maduro. En la cinta, Silva hacía referencia a Cestari como
una “tipa que es malvada”.


Publicar un comentario